En tiempos de la Revolución Francesa y gracias a la Biblioteca Azul, las letras dejaron de ser exclusivas para los sectores sociales altos. Ese fue un puntapié inicial para deparramar cultura a la gran masa del pueblo.
En nuestro país, gracias a la ley de educación, el alfabetismo se extendió a todas las clases sociales, por lo que los inmigrantes y sus hijos pudieron comenzar a disfrutar de la lectura y se apropiaron de las palabras. No obstante, el dominio sobre las palabras siguió correspondiendo a las clases altas, propietarias de los medios de comunicación de masas que empezaban a gestarse. Desposeídas desde ese entonces, las clases populares debieron buscar algún medio para la expresión de aquello que los medios dejaron de lado.

Las paredes fueron el papel y el carbón fue la pluma de los descamisados que el 17 de octubre del 45 pintaban consignas peronistas en las paredes de los princiáles centros de la aristocracia, y desde ese entonces, las paredes no fueron simplemente paredes.
En un mural del barrio de Villa Crespo se lee entre varios grafitis "Si la prensa es del capital, las paredes son del pueblo", sintetizando todo lo que significa un medio de expresión para quienes no pueden tener la palabra asiduamente.
Las paredes entonces, portan la semilla de lo popular, de lo no expresado, de lo latente en una sociedad que quiere volver a hablar, porque ya se cansó de gritar reclamando por el poder usurpado. No contamos con grandes medios aún, pero las palabras aún podemos tenerlas.
1 comentario:
"Me voy corriendo a ver que escribe en mi pared la tribu de mi calle... ¡La banda de mi calle!"
Primero el asfalto, luego la Plaza y cuando menos se lo esperen, ya nada será lo mismo.
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