Cada conversación que uno entabla con otra persona esta regida por miles de reglas y de competencias culturales. Según la semiótica, las condiciones de producción de un texto son todos los conocimientos en los cuales nos basamos para escribir esas palabras en ese orden y no de otra forma. Una condición de producción de una frase entonces tendrá que ver con las lecturas del sujeto que la produce y de sus conocimientos socioculturales, (abarcando las instituciones como la iglesia, la escuela, etc. y también las relaciones interpersonales que dejan un aprendizaje).
Analizando un poco las expresiones que utilizamos en nuestro lugar de pertenencia, podemos argumentar que tenemos una gran predilección por los conocimientos culinarios: la comida está siempre presente.
Para sostener mejor estos argumentos, daremos unos ejemplos de los usos de las comidas en nuestros modos de expresión cotidianos: Decimos que una persona le da una torta, o un bife a alguien cuando la golpea .
Solemos buscar la verdad de la milanesa cuando intentamos descifrar algo. Si alguien se mete en un problema, se dice que está al horno, versión Light de la expresión utilizada hasta hace algunos años, cuando alguien estaba frito en la mencionada circunstancia.
Un lindo pibe es un churro, alguien que no comprende bien las cosas es un pancho y pasando al plano corporal, afianzamos la teoría: una cola pasó a ser un pavito y los senos son limones, pomelos o melones (según el tamaño).
Un escupitajo es denominado pollo, alguien que no trabaja es un ñoqui, una lesbiana es tortillera. El fútbol también trae lo suyo: el arquero inseguro tiene manos de manteca, los jugadores ponen huevos, y las defensas son un flan.
Definitivamente, la comida es lo que nos interesa y lo demostramos a cada momento. Tal vez tuvimos una sobredosis de Doña Petrona o quizás vivamos con hambre...
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