17 de octubre de 2007

Derribando muros invisibles

Hace unos 62 años se terminaban de definir los mas fervientes opositores y aún mas fervientes defensores del carismático líder.

A favor o en contra del "primer trabajador" no se puede evitar decir que esta fecha marcó a fuego la historia argentina. Ya nada volvería a ser como antes.

Para reclamar por la libertad del general (detenido en la isla Martín García), desde el conurbano llegaron las columnas de miles de trabajadores que accedieron a la capital federal pisando los territorios de la aristocracia y generando el símbolo de la historia: Las patas en la fuente.


Los 10 años de peronismo bastaron para las conquistas laborales que aún perduran, pero también para gestar un golpe de estado (uno mas) que derrocara al gobierno electo por amplia mayoría.


Mas allá de adhesiones partidarias, odios o amores que genera esta fecha, debemos rescatar que la clase trabajadora conquistó el centro de la ciudad. Esta histórica penetración al mundo de la aristocracia generó lo que hoy vivimos: La clase dominante se desplazó, ahora vive en las afueras, con muros bien altos y custodiados. Están temerosos. Desesperan por la espera que genera saber que el fervor popular vuelve a brotar, para derribar esos invisibles muros que los hacen "mejores".

Tal vez no haya general, tal vez ni siquiera se enarbole al comandante... esta vez será simplemente el pueblo, cansado de pagar con su sangre, el buen vino de otros.

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