Una calabaza con la cara de Guillermo Nimo, se acercó a la olla en la que preparaba el caldo y me miró indignada. Encendió un cigarrillo con boquilla y me dirigió una mirada penetrante. Fría.
Sus ojos brillaban, cual llamas en la oscuridad de la cocina. Un sudor frío me recorrió la espalda y temí. Pero mas temí cuando la calabaza tomó con su cabo la cuchilla.
Intenté gritar, pero un sentimiento de impotencia se apoderó de mis cuerdas vocales. Apenas un intento de chillido surgió de mi desesperado intento de grito.
La calabaza avanzaba frente a mí y ni siquiera atiné a correr. La parálisis de mi voz se extendió a mis piernas. Solo cerré los ojos y pensé en rezar.
Luego recordé que no creo en Dios, tal y como lo publicita la Iglesia.
Ese pensamiento me salvó de la muerte: desesperadamente abrí los ojos y vía a la calabaza sobre la tabla de picar. Ya no tenía la cara de Guillermo Nimo y la cuchilla yacía sobre la mesada.
La tapa de la olla repiqueteando por el vapor y las salpicaduras de caldo hirviendo me hicieron volver en mí. Me quemé.
Mejor apago la hornalla y me voy a la pizzería...
2 comentarios:
Una cerveza y dos porciones de jamon y morron....
Quien nunca se asustó con una calabaza con cara de guillermo Nimo???
Me solía pasar seguido, pero se terminó cuando decidí dejar de tomar Diocam con tinto antes de cocinar...
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