En 357 días, la segunda oportunidad se me escapó como arena entre los dedos.
Pero no era la misma arena las dos veces. En el primer caso fue una aregna gruesa, sucia, terrosa. Esa clase de arena que hay que hacer un ezfuerzo para apreciarla.
La segunda vez era otra arena distinta. Corrediza y fina, clara, casi blanca y hermosa hasta a la distancia.
Y así fue la vida, y todo lo contrario.
En 357 días, dos almas se escaparon entre mis manos. Como el tiempo en el reloj de arena, se fueron a quien sabe donde. Simlpemente se fueron.
Muchos años sin ver a uno de ellos y 2 años sin posibilidad de volver a verlo.
Un año sin verlo al otro...que parece un siglo.
Y sigue pasando el tiempo....y sigo sin papás
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