10 de julio de 2008

¡Peligro! Obra en construcción.

Asomando mi curiosidad a este libro encontré varios textos, relatando historias con palabras pomposas e infinidad de temas interesantes. Pero en esta página hay un texto en plena construcción. Siempre es interesante ver cómo se construye el texto, porque prestando atención se puede conocer la evolución de las palabras, cómo son ubicadas para lograr que una historia fluya. Historia que será interpretada y redefinida de incontables maneras, tantas como lectores posen su vista en su estructura.
En el momento que se va gestando esta sucesión de palabras se pueden divisar los montones de letras listos para que el obrero de la tinta (tan único como cada lector) las coloque en el lugar apropiado para formar esa exquisita construcción única e irrepetible. Artículos, verbos, adverbios y preposiciones se encuentran amontonados bien cerca de la hoja y a mano. A un costado, bien acomodados están los sinónimos, palabras complicadas y de alta calidad que generalmente son reemplazadas por esas otras palabras producidas en serie, de dudosa calidad pero con una gran eficiencia comunicativa.
En un depósito, bajo llave, se encuentran aquellas palabras que un proveedor llamado inspiración trajo. Se trata de un material de primera necesidad, que a veces escasea en el mercado y que los sabios saben guardar para las épocas de vacas flacas en las que las ideas se van de vacaciones, bien lejos.
¿Alguien habrá notado qué raros son los textos? Al revés de todas las cosas, ellos crecen hacia abajo. Mientras tanto, la difícil tarea de seleccionar cada cosa y ubicarla en el lugar asignado se pone cada vez más dura. El mundo de la literatura es tan asombroso y tan flexible que las leyes no pueden regularlo, ni siquiera la ley de gravedad.
Quien lee deberá poner atención y notar que las letras se suceden en el blanco mundo del papel, mientras el texto se expande. Cada tanto, un premeditado punto y aparte le da un respiro a la pequeña voz que en la cabeza del lector le cuenta lo que su vista capta.
Como las casas que alojarán a una familia, cada texto es construido de una manera diferente. Cada arquitecto de la pluma decidirá entonces si agrega sólidas estructuras que hagan consistente y firme su obra para resistir los embates de los años y las modas o, por el contrario, si decora las páginas con lindas oraciones y frases vacías que no cumplen otra función que el placer efímero, tan efímero como una choza. Su autor podrá saberse un gran constructor o reprocharse su obra cuando la lluvia le caiga sobre la cabeza.
Cada texto, de esta forma, se erige. Cada escritor se fundará cuando diseñe su texto. Finalmente, cada lector construirá una parte de su vida en base a lo que las letras le pudieron aportar.
La literatura es una casa muy grande; afortunadamente cabemos todos.



(en http://editorialhylas.escribirte.com.ar/777.htm)

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